domingo, 15 de octubre de 2017

"Un viaje en mi interior" (4t parte)

¿Dónde está la vida que hemos perdido viviendo? Cuando me siento nostálgica, encuentro consuelo observando las estrellas en una noche despejada. Muchas veces he pensado que quizás el mundo no sea nuestro verdadero hogar, pero nos esforzamos en crear una vida cómoda y con sentido. Nos olvidamos de que somos forasteros al sentirnos como en casa, pero la realidad es que no estamos en casa y nuestra alma insiste en recordarnos la dura verdad.  

Puede que viva y muera como una forastera en mi hogar. Pero si lo se, es por la sencilla razón de que, en el fondo de mi corazón, nunca podré olvidar que soy una forastera que, a pesar de toda una vida luchando por sentirme como en casa en un lugar nuevo, sigo estando desamparada.
¿Qué es el hogar? Puede que sea una ilusión, un lugar donde sentirnos seguros y en paz, a salvo de la soledad. Hogar es también sinónimo de aceptación.
¿Por qué abandonar las comodidades del hogar para acampar en el frío? ¿Por qué sacrificar momentos que podríamos compartir con la familia y renunciar a un buen trabajo para escalar un risco? Nuestra salud mental es algo poderoso y solo si la cuidamos podemos llegar a ser personas increíbles. Tener miedo al cambio es algo normal, cuánta energía hemos desperdiciado en el miedo, tenemos más miedo en actuar que en la realidad de vivir. Vivir en el límite nos obliga a prestar más atención a nuestras necesidades.  A veces, es bueno salir de las comodidades rutinarias, para aprender cosas sobre nosotros que la vida diaria no nos ofrece la oportunidad de descubrir.
Cuando el fuego amenaza con alcanzarte, no huyas de él, corre, atravesando la línea de fuego en dirección al lado que ya se ha quemado, así atravesaremos nuestros problemas, es la única salida.
Estando perdida en una ruta desconocida, recordé un poema de David Wagoner, “Perdido”. El poema me inspiró:
Quédate quieto. Los arboles de delante y los arbustos de detrás no están perdidos.
Dondequiera que estés es Aquí, y debes tratarlo como a un importante extranjero,
pedirle permiso para conocerlo y ser conocido.
El bosque respira. Escucha. Responde,
he hecho este lugar a tu alrededor.
Si lo abandonas, puedes volver nuevamente, diciendo Aquí.
No hay dos árboles iguales para el Cuervo.
No hay dos ramas iguales para el Reyezuelo.
Si lo que hace un árbol a un arbusto se pierde en ti,
seguramente estás perdido. Quédate quieto.
El bosque sabe dónde estás. Debes dejar que te encuentre.


Por eso cuando me encuentro sola en un lugar inmenso, intento percibir todo aquello que la vida me ésta ofreciendo. No se trata solo de encontrarte a ti mismo sino de ser encontrado por lo que te rodea. Qué pena que haya gente que todavía no sepa verlo, ¿verdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario